viernes, 14 de octubre de 2011

CREACIÓN LITERARIA

DEL AMOR AL TERROR... SÓLO PALABRAS

        Había una vez un pueblo completamente deshabitado. Una tarde, en otoño, llegó al pueblo abandonado un viajero que se había equivocado de camino. Llamó dubitativamente a la puerta de la cabaña y entonces...
una joven hermosa le sonrió, abriéndole la puerta con disimulo.
La chica tenía un pelo largo, castaño y rizado. Entre su sonrisa se pudo adivinar unos dientes del color de la luna llena y unos labios carnosos y rosados. Sus ojos eran los ojos más bonitos que el viajero había visto jamás. Eran marrones y escondían un leve tono verde que radiaba belleza.  Solo faltaron dos segundos para que el hombre se enamorara de aquella mujer tan bella. Ella, por el contrario, no albergó sentimiento alguno en su interior.
Estuvieron hablando durante unos minutos sobre  la situación en la que se encontraba el viajero, pero también entraron en temas personales, como el nombre de la chica.  Rocío, así se llamaba. Rocío como esa lluvia temprana que moja las hojas de los árboles y la hierba, dulcemente. Rocío como la belleza que eso implicaba.
Ella, como era de esperar, hizo al hombre una invitación  a entrar al interior de la cabaña. Sobre la mesa, había unas pastas que ofreció al desconocido. El hombre accedió con gratitud.
Acercó su rostro al de la joven y con su ternura le acarició la mejilla derecha. Pero ella no correspondió a aquella muestra de amor. Él la besó en frente de aquella ventana desde la que se podía contemplar la belleza de aquel otoño.
La joven le mostró que su amor no podría ser correspondido  y le echó de la cabaña.
Días después, cuando fue a visitar a la mujer vio a un caballero de asombrosa belleza salir de su casa. Irritado por la situación no llamó a la puerta y se fue.

La chica entró a su casa y sobre la mesa encontró una carta. En ella ponía que el joven viajero se había suicidado. Halló después su cuerpo sobre una silla, al lado de aquella ventana, al lado del lugar donde  había comenzado aquella historia. Las pastillas demostraron la amargura de un amor no correspondido.
Noelia Zurro 4ºB

          Había una vez un pueblo completamente deshabitado. Una tarde, en otoño, llegó al pueblo abandonado un viajero que se había equivocado de camino. Llamó dubitativamente a la puerta de la cabaña y entonces...
una chica de pelo largo y sonrisa terrorífica apareció en medio de la oscuridad de la cabaña.  El hombre, sin disimulo, dio dos pasos hacia atrás y siguió contemplando aquella imagen asustado, pellizcando su morena piel para cerciorarse de que aquello no era un sueño. No, no era un sueño. Se trataba, en efecto, de una niña de rostro pálido, mejillas sonrosadas y dientes negros, cuya expresión facial radiaba una sensación semejante al dolor.

Entonces, la jovencita comenzó a hablar con un hilillo de voz  que apenas se oía.
-          ¿Quién eres tú y qué haces en mi casa?- preguntó la niña.
El viajero, aterrorizado, le contó que se había perdido. La joven, le hizo un gesto que él reconoció como la invitación a entrar en la cabaña. Después, hizo que se sentara en un sillón, al lado de una cama pequeña y vieja. Pero la niña solo miraba con cara siniestra al hombre y, tras un largo periodo de silencio, la niña se echó en la cama y por su boca comenzó a brotar sangre.
Él le hizo una pregunta que la niña respondió enseguida:
-          ¿Cuándo has muerto?

La joven, le contó que había muerto un 13 de diciembre del año 1964, al caerle encima una viga sobre su cama.
Cuando se dio cuenta el hombre estaba echado en la cama y al mirar al techo, vio una viga aproximándose a él. Quiso huir y lo  consiguió, pero al correr por la senda se halló perdido. Entonces oyó un ruido, y al caerse tras un barranco descubrió que se encontraba en la misma cama donde la niña había muerto y donde una viga le daría muerte a él.

Noelia Zurro 4ºB


Textos ganadores del taller de escritura a partir de un fragmento de Una historia de amor y oscuridad, de Amos Oz.

TALLER DE HAIKUS 2º A

La niña juega
debajo de un árbol
y llueven gotas.
Esmeralda Cano
La nieve blanca
es como los papeles
que barren suelos.

Iván Espinosa

Un mal camino
sin retorno ni amor
le dijo adiós.
 Raúl Fidalgo

La luna sola
en el cilo está
mira el mundo.
Ada Escudero
El cerezo en flor
tan bello como siempre
cuando sale el sol.
Saúl Martín
Cielo cerrado
pon nubes de gran color
tapando el sol.
Josué Martínez

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